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Photo by András Gimesi |
TU ENHIESTA ARQUITECTURA
A mi hijo Arturo
A tu juventud aciertan alas de incalculable vuelo;
tu esqueleto de perfectos pares, colmado de escaleras al tiempo.
Silencioso te mueves al acecho de la hembra colgada en los dinteles
de tu enhiesta arquitectura, vigilante, guardián del mar y el viento.
Te elevas con celo impresionante; te reta el águila nocturna;
el propio relámpago te alcanza tan sólo para crujir estruendoso en la rosada atmósfera de tus imperios.
Ojos de vastedad incalculable, extiendes los brazos hasta el propio cielo;
se confunden tus manos con el viento que se arremolina en el norte hasta alcanzar el otro polo.
¡Oh, qué asombrosa tu enhiesta arquitectura!
De hombre cabal, de promisorio sueño, tus labios se mojan en las olas como se mecen las hojas en los mares.
Me conmueves, me inspiras, me explotas en emociones limpias y claras;
tienes en tu risa seductora el encanto que alivia los tintes de amargura a mis pesares.
Temo entonces perderte en el estruendo; del rugir del huracán te posesionas;
resuenan entonces los latidos del propio centro de tu corazón, llamando en clamoroso intento por seducir a la luna, al sol y al infinito,
mientras trato de indagar la perfecta geometría de tus pasos… de tus besos… de tu alma.
Querido amigo Arturo:
ResponderEliminarEncuentro muy hermosa y emocional tu poesía.
Me congratulo del tema, pero más aún, a quién la diriges con tanta emotividad.
Daniel Alcántara
Apreciable Daniel:
ResponderEliminarMis hijos son mi gran fuente de inspiración.
Eres muy amable. ¡Mil gracias!
Arturo
Me da gusto que te hayas resuelto a publicar en tu blog tan estupenda poesía.
ResponderEliminar¡Gracias en nombre de todo el grupo de amigos!
Ana María